EL AZÚCAR BLANCO.
¿Puede considerarse al azúcar blanco como alimento?
Imposible, porque el azúcar blanco refinado no es un alimento. Es una sustancia química pura, extraída de fuentes vegetales, más pura de hecho que la cocaína a la cual se parece en muchos aspectos.
Su verdadero nombre es sucrosa o sacarosa, y su fórmula química es C12H22O11. Tiene doce átomos de carbono, veintidós de hidrógeno y once de oxígeno y absolutamente nada más que ofrecer. El azúcar refinada no tiene vitaminas, no tiene minerales útiles, no tiene enzimas, no tiene microelementos, no tiene fibra, no tiene proteínas no tiene grasas y no es de ningún beneficio en la alimentación humana.
Pero entonces ¿El azúcar no es una fuente excelente de energía? Si lo es, pero no del tipo de energía que usted desea. La venta de azúcar es un gran negocio, uno de los negocios más grandes de la industria alimenticia en todo el mundo. La única energía que proporciona consiste en calorías. La verdad es que el azúcar lo único que hace es engordar y, todavía peor, si usted se siente cansado y falto de vigor, un terrón de azúcar refinada lo único que hará será hacerlo sentir más aletargado y le provocará un apetito voraz.
¿Cómo es posible que el azúcar nos haga sentir aletargados?
Muy fácil. La sucrosa, o sea, el azúcar blanca refinada, es una combinación de dos azúcares simples,la glucosa y la fructosa. Existe una enzima en los intestinos conocida como sucrasa que descompone rápidamente la sucrosa en glucosa y fructosa. La corriente sanguínea absorbe la glucosa y el exceso de ésta se almacena en el hígado. La glucosa es la gasolina del cuerpo y debe existir una cantidad constante de ella para poder realizar cualquier trabajo, como es el funcionamiento de los músculos, los movimientos físicos, la digestión, los latidos del corazón, hasta el acto de pensar.
Como resultado, se llevan a cabo una serie de mecanismos complejos en el organismo, para mantener en un mismo nivel. La concentración de la glucosa dentro de la corriente sanguínea. Esta concentración es de un promedio de cien miligramos de glucosa por cada cien mililitros de sangre, lo cual viene a ser, aproximadamente, un gramo de azúcar por cada litro. Si la concentración del azúcar en la sangre sube de este nivel, el páncreas empieza a liberar una sustancia química llamada insulina, para neutralizar la glucosa y bajar su nivel en la sangre. Si la concentración de glucosa en la sangre baja mucho, el hígado, donde hay glucosa almacenada, libera este azúcar en forma de una sustancia llamada glucógeno.
Teniendo este mecanismo básico en mente, es fácil darse cuenta de cómo el azúcar refinada afecta al organismo. Digamos que usted ha tenido un día muy difícil en la oficina, y a las tres de la tarde usted se siente exhausto, pero todavía faltan dos horas para salir. Entonces usted recuerda los anuncios de páginas completas que hablan de que “el azúcar es energía”. Usted lo cree y se bebe una taza de café con mucha azúcar y, quizá se devore dos barras de caramelo al mismo tiempo. Acaba de congestionar su organismo con casi cien gramos de azúcar pura y la glucosa de su sangre de repente sube hasta ciento ochenta miligramos por ciento. Se ha ocasionado usted mismo una “diabetes temporal”, o expresado con más delicadeza una hiperglucemia. Usted se siente débil, cansado y totalmente carente de energía. Si tiene suerte, su páncreas empezará desesperadamente a producir insulina, para contrarrestar la sobredosis de azúcar y, en una hora, más o menos, se empezará a sentir mejor.
Probablemente habrá gastado un Euro, le habrá extraído a su páncreas su preciosa insulina, y se habrá saturado de setecientas cincuenta calorías que no necesitaba, ni deseaba. Además, la cantidad exagerada de insulina secretada por el páncreas ocasiona que usted empiece a sentir un hambre increíble. ¿Se siente que lo engañaron? Claro que sí.
El azúcar también se usa para adulterar el pan. El “pan blanco enriquecido” que venden en el supermercado contiene alrededor del diez por ciento de azúcar refinada. Su propósito es hacer al producto más dulce y pesado, ya que el pan también se vende por peso. También encubre el sabor horroroso de la harina refinada y de las diversas sustancias químicas que le agregan. Si el pan está “enriquecido” con algo es con azúcar refinada. En esta forma el azúcar se usa para adulterar el pan.
También se encuentra el azúcar como ingrediente prominente en muchos otros alimentos en los que no tienen por qué estar. ¿Cuando usted hace sopa en casa, le agrega azúcar? ¿O a la mayonesa? ¿A las galletas saladas? ¿A las verduras frescas? Los procesadores de alimentos añaden azúcar a todos los productos. El azúcar también es un ingrediente prominente en cada uno de los siguientes alimentos semipreparados, o ya preparados. Crema de cacahuete, alimentos para el bebé, salsa para tallarines, comidas congeladas, pizza congelada, aderezos para ensaladas, algunos cafés instantáneos, postres de gelatina, verduras enlatadas, jugo de tomate, salchichas y esos polvos de colores brillantes que se usan para preparar bebidas con sabor a frutas para los niños.
Una rápida revisión a los productos alimenticios más comunes le mostrará lo fácil que es llegar a lossetenta y cinco kilos de azúcar, que la mayoría de los norteamericanos consume al año.
Las bebidas de cola proporcionan el ciento por ciento de sus calorías del azúcar que contienen.
¿Y cómo empezó este negocio del azúcar en todos los productos?
Bueno, además de ser barata, el azúcar es una buena amiga de los procesadores en muchos otros aspectos. Disimula el sabor de ingredientes inferiores y, a veces, hasta en estado de descomposición. La carne para almuerzo que probablemente uno no podría tomar en otra forma, casi sabe bien cuando se le agrega azúcar. Las cadenas de restaurantes de comidas rápidas, aman el azúcar. La ponen en la carne molida inferior, en los hot dogs, en el pollo frito, en los hot cakes, en las tortas de pescado y en casi todo. Si tienen suficiente azúcar (y sal), la mayoría de los alimentos de rápida preparación saben lo suficientemente bien como para comerlos. Pero el truco más sucio, en lo que se refiere al azúcar, se les juega a los consumidores más inocentes e indefensos de todos.
¿A quiénes? A los bebés. Las compañías gigantescas que elaboran “alimentos” para bebés, saben dos cosas importantes referentes a la venta de estos productos. En primer lugar, tienen que hacer que los bebés se coman sus productos. Y eso es un problema. La “comida” para bebés está sobrecocinada, sobreprocesada, es simple y no tiene sabor. Por eso es tan esponjosa, pastosa y espantosa a la vista. Pero el ingrediente secreto es el azúcar. Una buena cantidad de azúcar hace que las verduras, las frutas, y todo lo demás que se prepara para el bebé, sea más aceptable para éste y, particularmente, para la mamá. Si los niños se comen esta pasta salada impregnada de azúcar, que pasa por “alimento” para el bebé, la mamá se siente feliz. Da de comer a su bebé más rápido y fácil y le queda tiempo para sus interminables tareas. Pero existe, además, otra ventaja comercial para agregar azúcar a la “comida” para bebé, lo engorda.
Hace setenta y cinco años la tuberculosis era un problema serio de salud, y uno de los síntomas obvios de esta enfermedad era una grave falta de peso. En esa época los niños gordos estaban libres de tuberculosis. Aunque hoy día la tuberculosis está bajo control, a las madres modernas todavía les gustan los bebés gordos. Y los pediatras lo pesan en cada visita y anotan su peso en su registro especial. Los niños que se alimentan con “comida” especial ya preparada, para bebés, son gordos y los bebés gordos producen beneficios. Pero, ¿en realidad los bebes gordos están sanos? No. Los niños delgados son sanos. Los bebés gordos serán adultos gordos. Los adultos gordos tienden a ser adultos muertos. El azúcar no tiene por qué estar en los alimentos del bebé. Y solamente hay otro alimento en el que el azúcar hace más daño que en los llamadas “alimentos” para bebé.
¿Cuál es?
En las fórmulas para lactantes. Sólo existe un alimento nutritivamente adecuado para los lactantes: la leche humana. Es perfecta desde todos los aspectos, tanto para la madre como para el recién nacido. Nada más no hay utilidades de la venta de leche materna, y si las hay, inmensas, en la venta de leches de imitación, conocidas como “fórmulas para lactantes”. Son baratas en su elaboración, duran indefinidamente y se venden a precios muy altos. Engordan a los bebés, le hacen más fácil la vida a la madre y enriquecen a las compañías que las venden pero no son buenas para la salud de los bebés.
Pero si no son buenas para los bebés ¿Cómo es que las venden tanto y cómo es que los pediatras las recomiendan?
Porque los pediatras no son expertos en nutrición. Son hombres y mujeres bien intencionados que trabajan intensamente, en su diaria lucha contra la enfermedad. La mayor parte de ellos simplemente no tienen el tiempo, o los antecedentes necesarios, para dedicarse a estudiar una mejor nutrición para que los bebés crezcan más sanos. Además, los vendedores de leche artificial les llevan la ventaja. En la actualidad, cuando una madre sale del hospital, en Estados Unidos, le dan gratis una gran caja de leche artificial, para que la madre se la dé al bebé y éste se aficione a ella. Una de las compañías internacionales más grandes que elabora “formulas para lactantes”, hasta contrata mujeres vendedoras y las viste como enfermeras, para que recorran las atrasadas poblaciones africanas, diciéndoles a las madres que su leche enfermará a los bebés y que su única esperanza es comprar la fórmula artificial.
Veamos que contienen estas leches artificiales, para poder juzgar.
El ingrediente básico de estas “fórmulas”, es leche de vaca descremada y desecada. El segundo ingrediente, generalmente, es lactosa, un tipo de azúcar refinada compuesta de glucosa y galactosa. El siguiente ingrediente en orden de cantidad es nuestro viejo amigo el aceite de coco. ¡Uf! Ingiera una mezcla de leche descremada en polvo, azúcar y aceite de coco durante el día y comprenderá por qué su bebé la escupe. El resto de la larga lista de vitaminas y minerales artificiales está presente en la mezcla en cantidades infinitesimales. La única razón por la que los bebés toman estas fórmulas, es porque ellos no pueden salirse de la cuna e ir al refrigerador para buscar algo decente que comer. Y, es más, las “fórmulas para lactantes” y los “alimentos” para bebé que contienensobredosis de azúcar predisponen a los chicos a cosas peores.
¿A qué cosas?
A una vida de adicción al azúcar. Una vez que el sabor de los alimentos endulzados en extremo queda grabado en el paladar del niño, permanece ahí para siempre. El niño promedio norteamericano consume al año más de diez kilos de dulces y caramelos, casi quinientas botellas de bebidas endulzadas y doscientas piezas de chicle para mascar endulzado. La mayoría de los adultos no ingieren nada que no esté muy azucarado, desde vino, cerveza y cocteles, hasta bocadillos, refrigerios y verduras congeladas. (Sí, la cerveza contiene mucha azúcar, se llama maltosa). Estas son malas noticias para todos, excepto para los que venden azúcar.
Uno de los aspectos de estas malas noticias son las caries dentales. El costo de los tratamientos dentales actualmente, en Estados Unidos, llegan a seis millones de dólares. Y la tasa de dientes cariados aumenta tan rápido, que si los dentistas del país trabajan veinticuatro horas diarias, durante los siete días de la semana, tapando dientes cariados, al final del año habría la misma cantidad de dientes esperando ser tapados, que los que había al principio del año. Viéndolo de otra manera, en cada cien hombres que entran al servicio militar en Estados Unidos, los dentistas militares tapan seiscientos dientes, hacen ciento doce extracciones y colocan cuarenta piezas dentales postizas. La causa principal de las caries dentales, la constituye el azúcar refinada en la alimentación.
Hay una solución más segura y efectiva: dejar de ingerir azúcar refinada.
También hay otro pequeño problema cuando se ingiere tanta azúcar.
¿Cuál es?
Que le puede causar a uno la muerte. No hay duda de que la diabetes mellitus, conocida como “diabetes de azúcar”, es ocasionada por el consumo excesivo de azúcar refinada y, en menor grado, de carbohidratos refinados. Veamos en qué consiste la diabetes, para ver qué papel juega el azúcar en su origen. Cuando se consume azúcar refinada, y ésta penetra en el torrente sanguíneo, el páncreas produce una sustancia química llamada insulina, que regula el nivel del azúcar en la sangre.
La insulina tiene efectos inmediatos en la reducción del nivel de azúcar en la sangre, para proteger a los órganos vitales, incluyendo al cerebro, de una sobredosis de azúcar.
Una cantidad excesiva de azúcar en la sangre puede ocasionar un padecimiento que se conoce como coma diabético, el cual puede producir daño rápido y permanente en el cerebro y, después la muerte. Una cantidad excesiva de insulina, puede provocar un choque insulínico, que también puede producir daño cerebral y la muerte. Por eso el diabético, durante toda su vida, oscila entre el coma diabético y el choque insulínico. Y todavía peor, los diabéticos y sus parientes tienen que aceptar la realidad, no importa lo desagradable que sea, si quieren tener una oportunidad para superar su enfermedad.
No importa el cuidado con que controle su dieta, no importa la constancia con que tome su insulina, el diabético puede adquirir una grave infección a partir del más leve rasguño, o puede empezar a sufrir gangrena en dedos de manos y pies, así como en otras partes del cuerpo, sin previo aviso, teniendo que sufrir su amputación. Es extremadamente vulnerable a la presión sanguínea alta, existe una tasa inmensamente elevada de ataques cardiacos entre los diabéticos y también la posibilidad de que queden ciegos parcial o totalmente. La insuficiencia renal es otro peligro serio que corren los diabéticos. Muchos diabéticos varones pueden esperar una impotencia sexual total y permanente, la cual todavía no es curable, ni existe tratamiento para ella. Hasta la tuberculosis ocurre dos veces más entre diabéticos que entre los que no lo son. Y la medicina “moderna” no tiene otra cosa que ofrecer al diabético que una receta para una jeringa, una aguja y un frasco de insulina. El médico prescribe una dieta, que ninguna persona normal podría seguir, y le da otra cita para el mes siguiente. Este tratamiento es el que ha enriquecido fabulosamente a los pocos laboratorios que producen la insulina y, al mismo tiempo, ha convertido en adictos a la insulina a los doce millones de diabéticos que se calcula que hay en Estados Unidos.
Se han elaborado medicamentos antidiabéticos orales, pero no han sido muy efectivos, y ya se han retirado apresuradamente del mercado uno o dos de ellos. Pero existe una manera para mejorar la salud del diabético que no cuesta un céntimo y que, en realidad, lo puede ayudar a superar con demasía su enfermedad. ¿Cuál es? Bueno, en primer lugar tenemos que comprender que la diabetes no es simplemente una deficiencia de insulina. De hecho el diabético tiende a tener más insulina que lo que uno esperaría. La diabetes es el resultado del agotamiento del páncreas debido a una constante sobredosis de azúcar refinada y carbohidratos refinados.
Existen tantas pruebas de esto, que es increíble que se haya pasado por alto durante tanto tiempo. El resultado que viene a continuación es la evidencia científica, incontrovertible, que establece a la diabetes como el resultado del agotamiento pancreático, debido al consumo excesivo de azúcares (y carbohidratos).
a. La diabetes es casi desconocida en los países no industrializados (incorrectamente llamados “primitivos”), que casi no consumen azúcar y carbohidratos refinados.
b. Tan pronto como las poblaciones de estos países empiezan a consumir azúcar y carbohidratos refinados, la diabetes empieza a tomar auge. Generalmente, existe un periodo de veinte años a partir del principio del consumo de azúcar refinada, hasta la incidencia en gran escala de epidemia de diabetes.
c. Como corolario al inciso número 2, el periodo latente en el individuo promedio, también es de veinte años empezando con el consumo fuerte de azúcar en la niñez.
d. Se ha empleado mal la creencia de que la diabetes tiene un componente hereditario, para insistir en que la cantidad de azúcar refinada que se ingiere, no tiene nada que ver con la enfermedad. Eso no es verdad. Escuchemos lo que dicen libros de referencia aceptados como es The Merck Manual of Diagnosis and Treatment:
“A pesar de que desde hace mucho tiempo se ha reconocido la existencia de un componente genético en los diabéticos, la forma en que éste se puede heredar todavía no se ha definido. Los datos epidemiológicos se inclinan más hacia un patrón autosómico recesivo, aunque no queda excluido unmodelo hereditario multifactorial”.
Es tranquilizante. En realidad, esto último traducido a un lenguaje accesible quedaría así: “Los médicos han notado que la tendencia hacia la diabetes se repite dentro de la misma familia, pero no saben exactamente cómo sucede esto. Después de revisar y estudiar a muchos diabéticos parece que los genes recesivos tienen algo que ver, pero nadie sabe en realidad qué es lo que pasa”.
Está bien, regresemos a la realidad. Si los padres consumen mucha azúcar, el hijo que se sienta a la mesa con ellos también la consumirá en grandes cantidades. Todos tenemos un organismo diferente, y un páncreas diferente, por eso algunas personas pueden asimilar más azúcar que otras. Pero si mamá y papá le dan a su bebé una fórmula láctea que contiene más de la mitad de azúcar y lo crían con “alimento” para bebes que ya viene preparado, las probabilidades de que ese niño padezca diabetes cuando crezca son mayores. Y si después sigue tomando “cereal”, del que ya hemos hablado, que contiene 56.45 por ciento de azúcar, ¿qué le espera al pobre niño?
Se han llevado a cabo estudios científicos meticulosos y responsables, en los que se han rastreado los orígenes de la diabetes en razas que, alguna vez, se encontraron totalmente libres de dicho padecimiento, y se ha llegado al momento en que su consumo de azúcar refinada empezó a aumentar. Estos estudios abarcan las siguientes naciones: Islandia, Israel, Sudáfrica, la India, Trinidad, los esquimales de Canadá, los esquimales de Groenlandia, Bangladesh, los indios cheroquíes, Yemen, Nueva guinea, Polinesia y varias docenas más.
En cada caso los resultados fueron idénticos: virtualmente cero diabetes hasta que el grupo empezó a consumir azúcar refinada en grandes cantidades, de treinta y cincuenta kilos al año, o sea, un poco menos que lo que consumen los norteamericanos.
Ese polvo blanco cristalino, llamado azúcar, ha ocasionado más sufrimientos y muertes en la raza humana que el polvo blanco cristalino, llamado cocaína. Si uno vende un kilo de cocaína, se convierte en criminal y tiene que pagar una pena de veinticinco años de cárcel. Si uno vende un kilo de azúcar se convierte en tendero, y se va dos semanas a Miami, durante el invierno.
Bien, ahora regresemos a nuestro asunto. En primer lugar, para salvar a sus niños de la diabetes vaya a la despensa de su cocina y tire todo lo que contenga azúcar refinada. Lea las etiquetas y si encuentra cualquiera de estas palabras tire el recipiente y el contenido; sucrosa, fructuosa, glucosa, maltosa, lactosa, galactosa, miel de caña, miel de maíz, azúcar de maíz, azúcar invertida, dextrosa y cualquier otra cosa que sugiera azúcar refinada. Deshágase de la mayonesa, de la salsa ketchup, de todos los refrescos, de todos los cereales para el desayuno que contengan azúcar, de todos los pastelitos comerciales, tartas, dulces, galletas, bocadillos y postres de gelatina comerciales, y de todo aquello que sea fuente oculta de azúcar refinada.
Tire todo el pan blanco de imitación, a menos que el vendedor pueda certificar que no contiene azúcar de ningún tipo. En resumen, que su hogar que de lo más libre posible de azúcar refinada. Al final de este capítulo mencionaremos el tipo de dulcificantes que se pueden usar sin correr riesgo. Después, siga el mismo procedimiento con respecto a todo tipo de carbohidratos refinados. Deshágase de todo lo que contenga harina blanca refinada. Tire el arroz blanco, la harina blanca y las pastas de harina refinada, aunque sean de color amarillo. También los tallarines y los macarrones blancos, y cualquiera de las cincuenta variedades de pastas, que puede haber en casa. Puede consultar el capítulo acerca de los carbohidratos para mayores detalles.
¿Tiene usted pruebas de que esta dieta ayuda a prevenir la diabetes?
Bueno, definitivamente no ocasionará diabetes. Y, basado en evidencia científica abrumadora, es la única y más efectiva medida que puede uno tomar para proteger a sí mismo y a su familia contra esta terrible enfermedad. Si usted ya es diabético, dígale a su médico que estudie las nuevas e importantes técnicas de tratamiento para la diabetes, junto con una dieta alta en carbohidratos y de alta fibra. En realidad, solo consiste en darle al diabético una dieta normal, compuesta de carbohidratos no refinados y mucha fibra.
El tratamiento diabético de la diabetes, se basa en el hecho de que el diabético puede producir hasta el sesenta por ciento de la insulina que necesita. Si se le dan carbohidratos sin refinar su páncreas dañado podrá hacer su trabajo más o menos bien. Pero si se le abruma con helado, bizcocho y galletas saladas no tendrá oportunidad de hacerlo. Es como pedirle a alguien que mueva doscientos cincuenta kilos de un lado a otro de la habitación. Si trata de hacerlo de una sola vez se puede rasgar un músculo, elevar su presión sanguínea, provocarse una hernia y quizá hasta un ataque cardiaco. Pero si mueve doce kilos cada vez, no hay esfuerzo. Muchos diabéticos pueden hasta asimilar carbohidratos no refinados, en cantidades razonables, si además consumencantidades generosas de fibra. En algunos experimentos una dieta de alta fibra con carbohidratos no refinados ha permitido a algunos diabéticos dejar la insulina por completo, y a otros, reducir enormemente la cantidad necesaria de ella.
a. La diabetes es una enfermedad común, cuya incidencia va en aumento en los países industrializados, ésta se relaciona directamente con el consumo de azúcar refinada y de carbohidratos refinados.
b. La diabetes es una enfermedad virtualmente desconocida en las sociedades que no consumen azúcar refinada o carbohidratos refinados.
c. Las personas pertenecientes a dichas sociedades que empiezas a ingerir grandes cantidades de azúcar y de carbohidratos refinados también empiezan a padecer de diabetes.
d. La insulina no es una cura para la diabetes. La insulina ni siquiera es un tratamiento efectivo para la diabetes. La insulina les da a los diabéticos, y a los médicos, la peligrosa ilusión de que pueden tomar azúcar y carbohidratos refinados, sin dañarse a sí mismos.
e. Las pruebas han demostrado que las dietas de alta fibra, libres de azúcares refinados o de carbohidratos refinados, pueden disminuir o eliminar la necesidad de insulina en los diabéticos.
f. La mejor forma de prevenir la diabetes es seguir el ejemplo de las llamadas sociedades primitivas, y eliminar lo más completamente posible el azúcar refinada y los carbohidratos refinados de la dieta, y especialmente de la dieta de los niños.
g. El logro más impresionante de los tratamientos “modernos”, para la diabetes, es que la tasa de mortandad ha aumentado en un cincuenta y dos por ciento en los últimos setenta años! Pero hay algo peor que esto. En 1900 no había antibióticos, ni hospitales modernos. No existía la prueba de la orina para el azúcar, no había computadoras médicas de millones de dólares y no había superespecialistas en diabetes. Generalmente, un simple rasguño, o una uña enterrada del pie, eran motivo suficiente para mandar a un diabético a la tumba.
Hoy día tenemos todo, incluyendo la insulina, y mueren un cincuenta por ciento más de diabéticos, que al principio del siglo. ¿Podrían ser responsables los bizcochos y las galletas saladas?
¿O podría ser la insulina?
h. Detrás de la tasa de mortandad tan astronómicamente alta de la diabetes, se encuentran cifras todavía más impresionantes, ya que la mayoría de los diabéticos mueren de infartos, de insuficiencia renal y de ataques cardiacos, ocasionados por la misma enfermedad.
Nutrientes y minerales en el azúcar moreno.
Azúcar: Calcio cero; Fósforo cero; Hierro cero; Potasio 0.85 : Sodio 0.28 . Vitaminas: Tiamina 0; Riboflavina cero; Niacina.
Miel de caña: Calcio 195 mgrs.; Fósforo 24 mgrs.; Hierro 4.6 ; Potasio 836 mgrs.; Sodio 27 mgrs.; Vitaminas: Tiamina 0.3; Riboflavina 0.5 Niacina 57 mgrs.
Ahí lo tienen, amigos. Cuando comen azúcar no están comiendo nada que sea nutritivo.
No se deje engañar por los valores del sodio y del potasio. Son las sustancias químicas más comunes sobre la tierra, se encuentran en todo. Hasta esta hoja de papel tiene más sodio y potasio que medio kilo de azúcar refinada.
Pero el azúcar morena tampoco parece tener mucho en lo que respecta a nutrientes ¿no es así?
Lo que tenga, lo tiene porque el Creador lo puso en ella, y puede estar seguro de que están presentes otros elementos nutritivos que todavía tienen que descubrir nuestros insignificantes intentos de investigación científica. Y no desprecie ese medio miligramo de niacina natural pura en cada treinta gramos, o esos ciento noventa y cinco miligramos de calcio orgánico, o esos veinticuatro miligramos de fósforo, o esos 4.6 miligramos de hierro.
Bueno, si el azúcar es tan horrible ¿qué tal los edulcorantes artificiales? ¿Como los ciclamatos? Buena suerte. En un arranque de cordura el Congreso Norteamericano elaboró una medida llamada: “Enmienda a los aditivos alimenticios”, que contiene una sola oración que debería salvar millones de vidas. Se llama la “Cláusula Delaney” y dice así: “Ningún aditivo se puede considerar seguro si se encuentra que induce al cáncer cuando el hombre o los animales lo ingieren o si se encuentra, después de las pruebas apropiadas para la evaluación de la seguridad de aditivos alimenticios, queinduce al cáncer en hombres o en animales”. Las principales compañías alimenticias han lanzado una campaña masiva en contra de la Cláusula Delaney, porque les gusta poner en los alimentos cosas que producen cáncer. Pero, ¿esa no es una afirmación irresponsable?
No. El dietilestilbestrol ocasiona cáncer en los humanos y en los animales de laboratorio. El número 2 rojo ocasiona cáncer en los animales de prueba. Los ciclamatos ocasionan cáncer en los animales de laboratorio. Entre estos aditivos alimenticios menos conocidos, pero igualmente letales están:
El aceite de cálamo (un saborizante): cáncer en los intestinos.
El safrol (un agente saborizante): cáncer en el hígado.
La tiourea (un preservador): cáncer en el hígado
El dietilpirocarbonato (un preservador para las bebidas): cáncer
Todos estos aditivos estaban presentes en los alimentos en cantidades peligrosas, todos ocasionan cáncer. Algunos de ellos finalmente, ya no se agregan a los alimentos, pero sólo después de una gran batalla contra los procesadores de alimentos y contra los vendedores de éstos. Existen casi cinco mil sustancias químicas exóticas que se le agregan a los alimentos en la actualidad y, muchas de ellas, son sospechosas de ser posible causa de que el consumidor termine sus días en un hospital para cancerosos. Ahora que se han eliminado los ciclamatos, aunque los elaborados de alimentos todavía pelean por volverlos a usar, el principal dulcificante artificial en Estados Unidos es lasacarina. En 1879 Constantin Fahlberg e Ira Remsen descubrieron la sacarina. Proviene del alquitrán de hulla, una sustancia negra pegajosa y de consistencia gomosa que se deriva del carbón mineral. (por cierto, esos colorantes artificiales que producen cáncer también provienen del alquitrán de hulla). En 1907, bajo la presidencia de Teddy Roosevelt, se estableció la Junta de Inspección de Alimentos y Medicamentos (la precursora de la Dirección de Alimentos y Medicamentos). El doctor Harvey Wiley fue el primer director, y su primer acto oficial fue prohibir el uso de la sacarina en los alimentos, por ser una sustancia química peligrosa.
Si se prohibió, ¿cómo es que mi bebida dietética tiene sacarina?
Gracias al testarudo Teddy Roosevelt, quien, cuando supo que la sacarina quedaba prohibida, montó en cólera, pues siendo un poco regordete, le gustaba usarla en su café. Por lo que nombró una comisión, para que volviera a evaluar el peligro de la sacarina. Y adivine quién estaba en la comisión. Un pequeño hombre llamado Ira Remsen, el padre de la sacarina. Desde luego, se podía predecir que la comisión iba a decidir que no había peligro en el uso de la sacarina, y por eso se encuentra en todo tipo de alimentos procesados light. Pero probablemente no se encuentre en todo durante mucho tiempo más, porque en Canadá, donde aparentemente a la gente no le gusta la idea de morir de cáncer, revisaron las historias médicas de las personas que usaban sacarina. Después de estudiar a un grupo de cuatrocientos ochenta hombres, los investigadores llegaron a la conclusión de que los consumidores de sacarina tenían ciento setenta por ciento más de probabilidades de padecer cáncer, que los que no la consumían. Eso parece ser lo que trata la Cláusula Delaney, ¿no es así? De cualquier modo, yo no consumo sacarina. No se la doy a mi familia y le digo a todos los que aprecio que no la usen. Usted fórmese su propio criterio.
Entonces, ¿qué tipo de dulcificante es bueno y seguro?
Esta no es una pregunta difícil de contestar basándonos en lo que ya sabemos. El único tipo de dulcificante al que el cuerpo humano está adaptado, con base en sus miles de años de adaptación química y fisiológica, es el dulcificante natural, no refinado. La forma ideal de satisfacer su gusto por lo dulce es mascando caña de azúcar o remolacha (frutas). Los músculos de su maxilar se habrán cansado mucho antes de que el organismo engorde o se enferme, y el jugo de caña, o de remolacha, que se extrae de esta forma no puede hacer ningún daño (Los que cortan la caña de azúcar en todo el mundo, mastican caña mientras trabajan y nunca sufren de enfermedades causadas por el azúcar, como las que padecen los que consumen azúcar refinada). Pero si usted no vive cerca de un cañaveral, la melaza (miel de caña o chancaca, piloncillo o panela) es el producto más cercano de que se puede disponer y que casi no está refinado.
La miel de abejas es un dulcificante excelente, si es pura y no está refinada. Un truco favorito de los productores de miel es agregarle azúcar refinada y agua a la miel. Eso no es bueno. Pero la miel sin adulterar y sin hervir, es un dulcificante excelente. Sin embargo, eso no quiere decir que sustituya los setenta y cinco kilos de azúcar por miel. La idea es eliminar la mayor cantidad posible de azúcar de la dieta y los edulcorantes se deben usar según su propósito original, en muy pocas cantidades como las especias y saborizantes.
Pero, ¿De verdad tengo que dejar de tomar azúcar refinada?
Solamente si quiere ayudarse a sí mismo a evitar algunas de las siguientes enfermedades: diabetes, obesidad, ataques cardiacos, caries dentales, infecciones orales y vaginales, infecciones urinarias crónicas y ceguera.
(Por el Dr. David Reuben, extracto de su libro: “Todo lo que usted siempre ha querido saber acerca de la Nutrición”. Páginas 207 a 235. México DF. 1981)